Ana tiene un corazón misionero innato. Desde muy pequeña sus padres, a través del ejemplo, le enseñaron el servicio a la obra de Dios. Nació en Cochabamba, Bolivia, aunque desde los 5 años conoció al Señor, no fue hasta sus trece años de edad que estableció una relación íntima con Jesús. Cuando comenzó a estudiar en un colegio internado, estar lejos de su familia le hizo depender mucho más de Dios y Su presencia. Ana entendió que sin Él no es nada.
Muy joven, con 18 años, se mudó a los Estados Unidos para cursar estudios de pedagogía y español en Wheaton College, allí conoció a su ahora esposo, un chico boliviano con quien dos años más tarde se casaría y formaría una hermosa familia de cuatro miembros. Ana ha sido maestra de español por más de 8 años. Ella consideró éste, un gran campo misionero porque trabajó con chicos de secundaria de herencia mexicana necesitados de amor y esperanza que sólo Jesús puede ofrecer, ella fue ese instrumento para que los adolescentes tuvieran un encuentro con el Salvador.
Ana reconoce que los niños son importantes para Dios, y por eso también lo son para ella, esta convicción la sembró su madre desde muy pequeña cuando le pedía que le ayudara a preparar las clases para niños de la escuela dominical. Está tan convencida de su llamado, que ha servido en el ministerio infantil de varias iglesias en EE. UU. Actualmente reside en Chicago y desde ahí cumple el rol de traducir las comunicaciones de Awana Latinoamérica.